
Brain-Health bajo la lupa funcional.

¿Por qué a veces sentimos que nuestro cerebro “no funciona bien”?
Durante mucho tiempo, la fatiga, la neblina mental y la pérdida de capacidad cognitiva se consideraron simplemente una parte normal del envejecimiento. Sin embargo, hoy sabemos que estos problemas son en realidad síntomas de un problema mucho mayor: la neuroinflamación.
A medida que envejecemos, las células en nuestro cerebro crean cada vez más desechos. Un cerebro sano con los sistemas antiinflamatorios y antioxidantes correctos puede limpiar estos desechos de forma natural, pero cuando esos sistemas se ven comprometidos se produce neurodegeneración e inflamación.
¿Qué compromete a estos sistemas?
La nutrición y el estilo de vida son dos moduladores clave para la salud de nuestro cerebro. La mayoría de las personas nunca aprenden a manejar correctamente su energía y su cuerpo. En cambio, usamos los dulces, las harinas, la cafeína y el alcohol para modular nuestra energía y nuestro estado de ánimo. Consumimos demasiada azúcar y carbohidratos refinados. No incluimos suficientes grasas buenas ni alimentos antiinflamatorios ricos en nutrientes.
Dormimos poco o mal, nos desconectamos de la naturaleza, no nos movemos lo suficiente y vivimos vidas cargadas de estrés que constantemente nos llevan al límite. Nos exponemos a excitotoxinas como edulcorantes artificiales y glutamato monosódico y nos “premiamos” con alimentos ultraprocesados que inflaman nuestro cerebro. También nos volvimos expertos en enmascarar síntomas como el dolor de cabeza y la fatiga, y seguimos empujando nuestros sistemas aún cuando nos están diciendo basta.
¿Qué síntomas tempranos se suelen ver?
Lo bueno es que el cerebro es resistente y puede recuperarse cuando están dadas las condiciones adecuadas. No debemos olvidar que nuestro cerebro es un órgano que está conectado con todo lo que sucede en nuestro cuerpo. Para optimizar su funcionamiento debemos re-equilibrar los diferentes procesos biológicos presentes en esta conexión.
la capacidad para restaurarse a sí mismo
si le brindamos las condiciones para hacerlo.
Otro aspecto fundamental a considerar es el funcionamiento de las mitocondrias, unas pequeñas estructuras que existen dentro de las células produciendo gran parte de la energía necesaria para la vida. La neurodegeneración relacionada con la edad se ha asociado a disfunciones mitocondriales, exceso de estrés oxidativo y metabolismos energéticos defectuosos. Comprender qué tan bien nuestras células están produciendo energía es clave para la salud de nuestro cerebro.
¿Cómo lograrlo?
Utilizando un abordaje funcional podemos identificar el origen de estos desequilibrios y trabajar con ellos desde la raíz utilizando herramientas avanzadas y los últimos avances científicos.
Una parte importante de nuestra metodología es el proceso de investigación. Comprende desde un relevamiento en profundidad de la historia clínica y la historia de vida de la persona hasta la utilización de análisis clínicos funcionales especializados que permiten evaluar la salud de los neurotransmisores, las mitocondrias y los desequilibrios del eje intestino-cerebro.
Con los resultados del proceso de investigación se diseñan intervenciones personalizadas de alimentación, suplementación y estilo de vida para devolverle al organismo todo lo que necesita para funcionar correctamente, y eliminar todo lo que lo intoxica.
Otro aspecto fundamental en toda la salud neuro-cognitiva es la prevención. Sabemos que muchos de los síntomas aparecen años e incluso décadas antes de desatar desórdenes graves. Tomar acciones tempranas es clave para evitar un deterioro prematuro en nuestro cerebro, así como para evitar que ciertas predisposiciones genéticas se despierten.
La buena comunicación intestino – cerebro
Entender el papel de nuestra salud intestinal es fundamental para llegar a la raíz de muchos síntomas neurocognitivos. Por ejemplo, cuanta menos diversidad de bacterias tenga tu microbioma intestinal, más serán las probabilidades de que sientas estrés y ansiedad.
Los neurotransmisores, que son como mensajeros químicos que muchas veces se producen en el tracto digestivo, viajan hasta tu cerebro llevando información que puede tener un impacto positivo o negativo en tu estado de ánimo.

Cuando está en equilibrio, nuestra barrera intestinal filtra correctamente las toxinas, promueve las bacterias saludables, aumenta la producción de serotonina y fomenta la buena función cerebral. Cuando tenemos una función cerebral fuerte se disminuye el cortisol, lo que promueve una barrera intestinal menos permeable.
Te invitamos a conocer más sobre este tema en el artículo “Disfunciones del eje intestino-cerebro”.
Fuentes:
- La “Neuroinflamación», fenómeno clave en el desarrollo y progresión de la EA (2016) Drs Isabel Álvarez Vicente y Arancha Rodríguez Casado.
- La neuroinflamación como factor detonante del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. (2020) Inelia Morales, Gonzalo Farías. Centro Internacional de Biomedicina.
- Nutrition: A Key Modulator of Cognitive Health (2021) Institute for Functional Medicine
- Breaking down the barriers: the gut microbiome, intestinal permeability and stress-related psychiatric disorders (2015) John R. Kelly, Paul J. Kennedy.
- Neuroinflamación: el ying-yang de la neuroinmunología (2018) Ricardo Jesús Martínez-Tapiaa, Francisco Estrada-Rojoa.